gatos en los árboles: Mino Valley farm sanctuary

viernes, 17 de abril de 2015

Mino Valley farm sanctuary


escribíamos hace poco en facebook que el mundo se divide en dos: los que se comen a besos al de ahí arriba y los que se lo comen con un tenedor. elegir el veganismo implica aceptar el dolor de los demás como el dolor propio, y en ese "los demás" incluye cualquier forma de vida que comparta emociones contigo. de ahí que el veganismo lleve implícito el convivir con emociones encontradas porque, lamentablemente, son más las desgracias que las alegrías. ese de ahí arriba nació huérfano y su destino era un plato, se llama pichuco, pero para la inmensa mayoría se llama chuletillas de cordero, se llama "sabor". mientras escribimos esto, miles de pichucos son transportados en un camión sin ventilación, sin agua, hacinados, indefensos ante un destino que les llevará primero a la pistola aturdidora de bala cautiva, o al aturdimiento por descarga eléctrica. todavía sintiendo y gritando en una llamada desesperada por acercarse a sus madres, les cortarán el cuello para desangrarlos mientras su cuerpo, aún con vida, manifestará su rebelión a través de un ataque epiléptico que les llevará a patalear. esa es la triste realidad de los pichucos que llegan a los lineales de los supermercados, descuartizados en una bandeja de plástico destinada a los que compran su medio kilo de sabor ajenos al terror responsable de sus actos, fruto de la ignorancia o de lo que es peor, la indiferencia.


que pichuco se llame así, y mueva la cola o te persiga como si fuese un perro, se debe a que una pareja de humanos le regaló la oportunidad de VIVIR, de sentirse realizado como ser vivo en un entorno libre de amenazas. esa pareja de animales humanos es la responsable del santuario Mino Valley.


el diccionario dice que un santuario es un templo en el que se venera la imagen o reliquia de un santo de especial devoción. para un vegano un santuario es esa idea de paraíso que nos han metido en la cabeza con una salvedad, la nula admiración por los muñecos de madera y la desbordante empatía que provoca contemplar como es la vida en libertad de aquellos que el especismo ha convertido en objetos, en unidades de consumo.


de ahí que pasar un día en un santuario para un vegano resulte una experiencia indescriptible, más si ese santuario es Mino Valley. puestos a imaginar el santuario perfecto, entendiendo por perfecto aquel que se ajuste más a las necesidades de sus habitantes, no encontramos nada más próximo que el espacio que Abigail & Mike han construido para todos los supervivientes que han tenido, tienen y tendrán la oportunidad de saborear una vida en plenitud.


corretear con pichuco, con las gallinas, con los conejos, los cerdos, perderse en la mirada de luna, adivinar en fernando el merecido descanso, acariciar a harrison mientras se abandona al momento de éxtasis, contemplar atónitas como lucera da sus primeros pasos con la silla de ruedas y sentir como propias esas alegrías, convierte el día en uno de esos que guardas en esa esquina del cerebro destinada a las cosas que de verdad importan.


porque solemos decir que las voces que guían a los animales no las alcanzaremos a escuchar jamás, pero en lugares así si estamos cerca de conseguirlo, de ahí que os invitemos a experimentar esa sensación porque hay ciertos sentimientos que no se pueden explicar. hoy más que nunca os recordamos que los animales no son cosas, los animales no se comen, a los animales se les quiere y, sobre todo, se les ayuda.


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